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El contenido de este blog son historias improvisadas en el momento, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Yo tenía un encendedor.

Recostando mi cabeza en el escritorio aquel, donde inútilmente intento crear versos, párrafos o simplemente unir tan solo algunas palabras para que suenen bonito e interesante, postre la cabeza sobre mis brazos y tristemente observaba la perspectiva de una de las pocas caras de un encendedor violeta que yacia frente a mis ojos.
A veces buscando respuestas a las preguntas que ni el mas brillante sabio es sabio para formularlas, compras en tu inconsciente el primer articulo que te ofrece con forma de resolución, el vendedor ambulante del colectivo. Destino, tu superyó.
Mama, papa, el otro dia me quisieron llevar unos tipos gordos, a un lugar donde prolijamente dicen hacerte el diálisis de los pensamientos, para convertirte en algo que un fulano lo llama ''The clockwork orange''. Me rehusé, pero a pesar de no haber padecido lo que mi amigo Alex, termine de comprender la monotonía de las obligaciones e intereses que muchas de las veces, te lo imponen como fieras genocidas o simplemente terminas por unirte al montón.
Aun en lo mas rebuscado y forzado la trifásica que enciende la ruleta de mi accionar no logro encontrar la explicación entre el teniente Dan o lo que decía mama. Quizás lo que me dijo el ''Pipi'' esa tarde en la placita tenga mas sentido que todas las palabras mas puras del mundo, ''Pibe, te aprecio mucho''.
Quizás por cruzarme con mucha gente en la vida, y que pocas sean las leales a respetar un código sin números ni referencias, sean el motivo de seguir creyendo de que las almas buenas se atraen por lo bueno.
Por caminar las calles con mas vidrio entre los adoquines, casi que termino pensando, por un reflejo, que la verdad absoluta rondaba por ahí. Por dejarte llevar a veces por algunos licores esos mismos adoquines pueden ser los que te rompan la boca en un tropiezo entre el saber y el vivir.
A pesar de todo, me acorde y comencé a buscar el encendedor violeta que contemplaba en el escritorio, para pitar algunas bocanadas. Estaba acá, estoy seguro, no lo encuentro. ya fue.
 Ja, seguro se fue a prender algo que le de un poco mas de alegría, que un escritorio negro, abandonado y aburrido...

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